NAVIDAD EN INDIA

Por Shuchitá Mahayoguiní

25/12/08

Anoche celebramos el nacimiento de Jesús en el Ashram. Los extranjeros estuvieron a cargo de organizar la función. Todo duró unas 4 horas. Hubo cantos en varios idiomas, danzas, algunas notas de humor, lecturas de los dichos de los Maestros que ha tenido este Ashram y, al final, las palabras de Swami Vimalanandaji – actual Presidente de la Institución - que contó la anécdota de la primera vez que se hizo esta celebración en 1955, cuando vivía el Guru fundador, Swami Shivananadaji Maharaj. Contó que el Maestro lo mandó al pueblo con algún dinero a comprar una gran torta que tuvo que traer en el ómnibus sin poder sostenerse de ningún lado y sin que se dañara. Era un gran acontecimiento, porque en ese entonces la comida en el Ashram era muy escasa. Así, el Maestro impuso la celebración del nacimiento de Jesús, con su típica mente abierta a todas las religiones, venerando a todos los Maestros, Santos y Encarnaciones Divinas. La torta representaba algo especial en un día especial, en el que se recordaba a Dios en la forma de Jesús. En India se le llama Prasad. No a la torta sino a todo alimento ofrecido al Señor y tomado como Su bendición, como Su gracia. Es costumbre que después de toda reunión espiritual se sirva Prasad a los participantes. La idea es: después de haber alimentado al espíritu y a la mente, debemos dar alimento también al cuerpo. Pero no cualquier alimento, sino Prasad, un alimento que ha sido primero ofrecido al Señor, por lo tanto, está purificado. Por supuesto, anoche no faltó la porción de torta para todos los asistentes. Debe haber habido unas cien personas o más.

Me gustaría compartir con ustedes algunas de las reflexiones más importantes de todo lo que he escuchado, visto y leído en estos días como preparación para Navidad.

Aquí, en India, se dice que Jesús vivió entre los 9 y los 30 años en el Hindustan, la región norte de India. Allí practicó una vida de renuncia y desapego como los monjes hindúes y budistas. Aprendió yoga y todos los preceptos del hinduismo. Esta ha sido la creencia de muchos historiadores, aunque no haya pruebas de ello. Sin embargo, es sorprendente la cantidad de semejanzas que hay entre las enseñanzas de Jesús con las del hinduismo y el budismo.

Jesús predicó el amor divino y perfecto, la generosidad, la austeridad, la vida simple, el perdón, la tolerancia, y toda clase de virtudes éticas y morales. Todos los poderes que mostró son una señal inequívoca de que practicó yoga, ya que están descriptos en los tratados antiguos y hubo otros que los lograron también.

Swami Shivanandaji dijo que Jesús debió haber conocido todas las enseñanzas de las escrituras indias, sólo que no podía dar ese conocimiento de alto vuelo intelectual y espiritual a los pescadores analfabetos de Galilea. Fue por eso que les enseñó a través de parábolas y alegorías, e hizo hincapié en la ética y la moral. Pero a lo largo de los siglos el hombre se ha vuelto más y más egoísta, tanto que no pone en práctica ninguna de esas enseñanzas ni toma el ejemplo de la vida de Jesús.

Jesús fue un yogui perfecto, austero, desapegado, con Su conciencia puesta en Dios solamente, capaz de soportar el sufrimiento y la tortura para el bien de otros sin guardar ningún rencor. Muy por el contrario, dijo "Oh Señor, perdónalos, no saben lo que hacen". Lamentablemente, los países cristianos son los más inmorales y faltos de ética. Pero uno, individualmente, puede seguir Su ejemplo.

Cuando nace en uno la devoción por Dios, naturalmente se vuelve desapegado de los objetos del mundo. Las cosas que todos los demás disfrutan, las que dan placer a los sentidos, las que entretienen a la mente, como las reuniones sociales, etc. ya no son de su interés, no lo atraen. Hay un Imán más poderoso que el imán chico del mundo, ese Imán es Dios. El yogui no se entretiene con las cosas pasajeras de este mundo, busca al Dueño de todo, no a los objetos. Atiende las cosas del mundo, con sus manos en el trabajo pero la mente puesta en Dios. Si uno se entrega a Dios, puede soportar los mayores sufrimientos. Ese fue el ejemplo de Jesús al ser crucificado.

En algunos momentos, Jesús habló como un alma que aún no se ha unido a Dios, al que se refería como Padre. No obstante es considerado una Encarnación Divina. Es decir Dios mismo tomando forma humana. El cristianismo considera que fue la única encarnación de Dios, el hinduismo toma en consideración muchas otras.

Se dice que cuando hay gran decadencia en el ser humano, el Señor viene, toma nacimiento y restablece la virtud. Pero, en verdad, Dios no nace ni muere. Está más allá del espacio y del tiempo, no puede estar limitado por cuerpo alguno. De todos modos, es indudable que estas manifestaciones divinas vienen a ayudarnos, a elevarnos, pero muchas veces el hombre las ignora y hasta las cuestiona.

La celebración de Navidad es una glorificación de Dios. Cuanto más glorificamos a Dios más benditos somos. Porque la gloria misma de Dios es la ayuda para nosotros. No debemos celebrar la Navidad como un hecho histórico sino como una encarnación permanente de Dios, más allá del tiempo. La mente humana, debido a su limitación, no es capaz de captar la omnipresencia eterna de Dios. No obstante, podemos expandir nuestra conciencia mediante la práctica de la meditación. De esta forma, podemos entrar cada vez más en sintonía con el Señor. En vez de estar sintonizados con el mundo, ignorando a Dios y apegados a alegrías pasajeras que no duran, que siempre terminan en dolor, el yogui está cada vez más y más en sintonía con el Absoluto, fuente de toda felicidad y paz.

Jesús era un yogui completamente desarrollado y sabio. Instó a la gente a cambiar el punto de vista materialista por el espiritual. Pero la mente muchas veces desea otras cosas, no quiere escuchar las palabras de sabiduría, los deseos son más poderosos.

El mensaje de Navidad es un mensaje de paz, compasión, amor y buena voluntad entre todos. Es un día para recordar los actos nobles de Jesús y Su vida sagrada de pureza inmaculada. La Navidad es un estado de despertar espiritual, no un evento social. Es experimentar que el reino del cielo está dentro de uno, es la comunión con el Señor en el propio corazón, es recuperar la divinidad perdida, es alcanzar el conocimiento cósmico, querer a todos, incluir a todos en el abrazo de su amor, esa es la verdadera Navidad.

La mejor preparación para esta celebración es la meditación, es recordar Sus enseñanzas y analizar hasta qué punto uno las pone en práctica. Es una ocasión para limpiarnos, como se lustra el bronce para que no se ennegrezca.

Recuerden "Vida simple y pensamiento elevado". Ese es el lema.

OM OM OM

Shuchita