La cualidad que hace que se cumpla con un deber se llama VIRTUD, lo que incita a no cumplirlo, o a violarlo, se llama VICIO. La felicidad de cualquier relación depende de las partes que desempeñan deberes unas para con otras; es decir, de que practiquen las virtudes. La desgracia en cualquier relación es la resultante de que una o las dos partes no cumplan sus deberes mutuos.
Por ejemplo, padre e hijo son mutuamente felices si el padre tiene las virtudes de afecto, protección, cuidado por el bienestar del hijo, y el hijo las de obediencia, reverencia y servicialidad.
Es muy común que la gente piense “si el otro no cumple sus deberes para conmigo, ¿por qué debería yo ser virtuoso con él?” Este es un gran error, porque toda relación tiene dos partes, uno no debe preocuparse por lo que haga el otro, debe hacer bien la parte que le toca. La práctica de las virtudes es siempre para bien. Creer que “el virtuoso es tonto” es una conducta irreflexiva, ya que “el virtuoso es feliz por la virtud misma”, más allá de la conducta que los demás tengan para con él.
A continuación explicaré las virtudes ideales para con los superiores, los iguales y los inferiores, según las enseñanzas de mi querido Guru, Shrí Pávana.


Virtudes para con los Superiores:


Muchas personas ignoran quiénes son sus superiores naturales. Esta ignorancia es la base de muchas conductas lamentables. Es por eso que uno debe apresurarse a conocerlo.
Dios es el primer Superior del hombre. Las virtudes hacia Dios surgen del amor incondicional a Él. Ellas son: reverencia, humildad, adoración, sumisión, devoción y gratitud, correspondiendo así a Su compasión.
Ha habido muchas Encarnaciones Divinas en la humanidad; una de ellas fue la del Señor Krishna, en la India de 5000 años atrás (ver Mitología).


Shrí Krishna dijo:
“Soy el Generador de todo, todo evoluciona por Mí;
  comprendiéndolo así, los sabios Me adoran con amor y conocimiento”.
“Con la mente entregada a Mí, instruyéndose mutuamente acerca de Mí,
 ellos están siempre felices y contentos”.
“A estos sabios, siempre armonizados, que Me adoran con amor,
  Yo les doy el Yoga del discernimiento por el cual vienen a Mí”.
“Para hacerlos bienaventurados, morando en su intelecto
 disipo las tinieblas de la ignorancia mediante la resplandeciente
 Luz del Conocimiento”
La devoción se cultiva meditando en Dios, adorándoLo, leyendo y oyendo hablar de Él, conversando y asociándose con los que son superiores en devoción.
La sumisión a la Voluntad Divina nace con facilidad de la devoción, porque siempre se está dispuesto a ceder cuando se reconoce y ama al superior.
La sabiduría induce a la sumisión, porque la sabiduría seleccionará para nosotros el mejor sendero y el menos penoso.
Ofreciendo diariamente nuestros actos a Dios, se cultiva el espíritu de sacrificio propio y, según se va perfeccionando, se domina al ego y se percibe al Ser Supremo.


Dijo el Señor Krishna:
“Todo lo que hagas, todo lo que comas, todo lo que ofrezcas,
todo lo que des, todas las austeridades a que te entregues,
Oh Kaunteya, hazlo como ofrenda a Mí”.

Los vicios más comunes hacia Dios son la irreverencia, la petulancia, el descuido en el lenguaje y en la práctica con relación a objetos y lugares sagrados, bromas tontas y risa necia al hablar de las creencias religiosas de los demás. Esto lleva al vicio de blasfemar en forma grosera, destruyendo las emociones más finas. Por lo tanto, hay que cuidarse de ellos.

El Soberano o Jefe de Estado:
Este es un campo en el que es más visible la decadencia en el cumplimiento mutuo de los deberes, primero por los gobernantes y después por los gobernados. En el transcurso de estas experiencias de la humanidad y como consecuencia de errores debidos a la inexperiencia, el egoísmo y la corrupción, han surgido el aumento de la pobreza, la miseria y la creciente desorganización de la sociedad.
Parecen ser las virtudes más difíciles de desarrollar cuando no se aprecia la contrapartida por parte de los gobernantes. No obstante, uno debe conocerlas por su propio bien y por el de la nación a que pertenezca.
Se entiende por verdadero Jefe de Estado aquel que está dedicado al bienestar de sus habitantes, subordinando y sacrificando siempre sus comodidades e intereses personales a los de su pueblo.
La lealtad, la fidelidad y la obediencia son virtudes que constituyen a un buen ciudadano y son necesarias para la prosperidad de una nación.
Hay una falsa lealtad, la lealtad del adulador, que es mucho más peligrosa que la prudente oposición del consejero honrado que da un consejo desagradable pero sano, y hay un falso patriotismo que sólo halaga a los ignorantes.


Del Ramayana:
“Fáciles de encontrar son, ¡oh Rey!, hombres que siempre dicen palabras de agrado. Difíciles de encontrar son los que escuchan o dicen (con dulzura) palabras que, no siendo agradables, son sanas”.
Feliz la nación cuyos hijos y gobernantes son patriotas, pues tiene la seguridad de elevarse mucho entre las naciones del planeta.


Los padres y maestros:
Hay una tendencia moderna a tratar a los padres y maestros como si fueran sus pares o iguales. Se distorsiona cada vez más la relación mutua. Se observa en Occidente una búsqueda obsesiva por prolongar la juventud, y en ese frenesí, muchas madres compiten con sus hijas vistiendo como adolescentes, y muchos docentes piden a sus alumnos que los tuteen pensando que así lograrán más cercanía y aceptación de los jóvenes.
Todo parece estar al revés, así que para revertirlo es necesario recomponer la actitud de ambas partes. Veamos cuales son las virtudes que el hijo o alumno debería desarrollar a fin de optimizar la relación con estos superiores naturales. Primero debe entender que en verdad “son sus superiores”, porque hasta se falla en ese sentido. Los padres son superiores en edad, en experiencia y por haberlos cuidado toda la vida. Los maestros son superiores en conocimiento, sin importar la edad que tengan. Muy especialmente el Guru, maestro espiritual a quien se debe el mayor de los respetos. Los padres dan nacimiento a la vida mundana que dura tanto como el cuerpo que le dieron, pero el Guru da nacimiento a la vida espiritual que el alma se lleva en su largo peregrinar vida tras vida.
Además de los deberes descriptos para con Dios y el gobernante, se incluyen las virtudes de dulzura, veracidad y disposición a ser enseñado.


Dijo Manu;
“Haga siempre lo que sea grato a los padres y también al Guru, satisfaciendo a estos tres, se obtiene todo el fruto de las prácticas espirituales”
“El servicio a estos tres es considerado la más alta austeridad; sin el permiso de estos tres, que no cumpla otros deberes”
“Se considera que cumple todos los deberes el que honra a estos tres; para aquél que no los honra, todo rito es inútil”
“Mientras vivan estos tres, sírvalos siempre, atendiendo a lo que les es grato y benéfico”.
Un estudiante debe desarrollar gran disposición a recibir enseñanzas y obediencia al maestro, tratando de serle siempre útil y cuidándose de no ofenderlo, considerando al Guru como a su padre o madre en el sentido más elevado.
Debido tal vez a la influencia del idioma inglés, se populariza cada vez más en nuestro país el uso del “tuteo” hacia los maestros, inclusive al Guru. Cuando cuento esto a mis maestros indios no lo pueden creer, “that is very bad”, dicen. Personalmente lo considero una falta, ya que es querer tratarlo como a un igual y no lo es. Demuestra insolencia y descortesía por parte del joven. Sin embargo, el Guru puede tratarlo como a su hijo aún si el discípulo es mayor en edad. Así sucedió una vez:
Había nacido un sabio, iluminado ya desde la niñez. A la edad de 9 años, muchos acudían a su santa presencia para recibir las sagradas enseñanzas. Un día, entre los asistentes a la Satsanga estaban presentes unos tíos del sabio. En un momento de su exposición, el Guru dijo, “...hijos míos...” Sus tíos mayores se sintieron muy ofendidos por la conducta del niño sabio y fueron a hablar con un anciano sabio que vivía en la aldea. Éste les dijo, “lo que ha dicho el niño es correcto, porque en cuestiones de sabiduría, el que enseña es el padre y el que aprende es el hijo”.
Un discípulo obediente y servicial inspira buena disposición en el Guru para brindarle más y más conocimiento.


Dijo Manu,
“Así como el que cava con una pala encuentra agua,
también el que lo sirve encuentra la sabiduría encerrada en el Guru”.


Ancianos:
El respeto es la virtud que deben mostrar siempre los jóvenes con las personas mayores, considerándolas y tratándolas siempre como a sus superiores.


Dijo Manu,
“No debe tomarse el asiento que pertenezca a su superior
y el que ocupe un asiento (cuando él llegue)
deberá levantarse y saludarlo”.
“Los pranas del joven se desbordan cuando se aproxima un anciano,
levantándose y saludándolo vuelve a recuperarlos”.
“El que siempre saluda y muestra reverencia a los ancianos,
logra aumentar cuatro cosas:
la vida, la inteligencia, la fama y la fuerza”.
La reverencia para con los ancianos es una de las virtudes más corteses de la juventud y de la edad madura, y el que la tiene gana el amor y la aprobación de todos.
Va naturalmente acompañada de modestia, virtud que es la humildad en un grado menor.
Con respecto a lo que expresa el Manusmriti sobre los pranas del joven, está referido al equilibrio natural que se produce entre el que tiene más prana (energía sutil) con el que tiene menos.
Las buenas maneras para con los superiores comprenden respeto, modestia, veracidad, disposición a prestar servicio, ausencia de temor, sospecha o presunción. El joven que tenga estas virtudes será siempre bien visto y se le proporcionarán muchas oportunidades de mejorar en la compañía de sus mayores y superiores, y estos tendrán placer en ayudarle, guiarle y hacerle participar de su experiencia.
En cuanto a los vicios que se revelan en las relaciones con las personas de edad, se encuentran la falta de respeto y la arrogancia. Esta última se despierta probablemente por la fuerza y el vigor del cuerpo joven, lo que le da superioridad física sobre el cuerpo del anciano. La impaciencia es otro vicio que se manifiesta en esta relación, porque la gran actividad del joven es susceptible de violentarse con la lentitud del anciano.
No hay virtudes que necesiten mayor cuidado en la vida actual que éstas aquí expuestas, porque son las que tienen mayor probabilidad de desaparecer en una civilización tan competitiva e irrespetuosa.


Virtudes para con nuestros iguales:


Vamos a considerar ahora cómo influyen las distintas emociones en las relaciones que se establecen entre iguales en la familia y en la sociedad, uniéndolos o separándolos según lo que prevalezca.
Las relaciones entre marido y mujer, hermanos y hermanas, entre parientes de la misma generación, entre amigos, conocidos y miembros de la sociedad de análoga edad y posición, y entre condiscípulos de un Guru deberán estar plenas de virtudes.
Afecto, bondad en pensamiento, palabra y acto, dulzura, delicadeza en el lenguaje, tanto dentro de la familia como en el mundo exterior, son virtudes que deben desarrollarse. 


Dijo Manu:
“Que ni siquiera en un momento de apuro,
hiera a otro a la ligera con la palabra,
ni piense actos de hostilidad para con otros,
que nunca profiera palabras malévolas
que perturben la mente del que las escuche”.
Este precepto de Manu se aplica a todas las relaciones humanas, pero quizás en las relaciones familiares es más necesario porque el íntimo conocimiento de las debilidades de cada uno se presta para darle a la lengua un poder punzante.


También dijo Manu:
“Con la madre, el padre, los parientes femeninos,
el hermano, el hijo, la mujer, la hija y la sirvienta,
no tenga altercados”.
El concepto de familia como una unidad es lo único que proporciona una base segura para las virtudes de una familia, que es en sí un mundo pequeño.
El joven que cultiva las virtudes en su casa estará en aptitud de exhibirlas en el campo más amplio del mundo y habilitado para los deberes de un buen ciudadano.
La cortesía y el respeto por los sentimientos de los otros se prescriben como principios generales de conducta.
El lenguaje debe ser verdadero pero también agradable.
Las palabras suaves, los gestos corteses, las sonrisas afables y el porte digno vivifican el trato social.
“Hasta el oro se hace más bello al refinarse” y el carácter noble se embellece con la cortesía.
La probidad, la buena fe, la confianza, el honor, la rectitud, la urbanidad, la fidelidad, la fortaleza, la paciencia y la cooperación son las virtudes que se necesitan para que sea feliz y próspera la vida social.
La disposición a perdonar los agravios es señal de nobleza.
La tolerancia es una virtud que puede practicarse con los iguales o con los inferiores. Hay que ser tolerante aún con los intolerantes.
Hay ciertos vicios en las relaciones entre iguales que, por ser comunes, parecen no ser tales a la vista del ignorante. Sin embargo crean antagonismos y sufrimiento. Ellos se ven con frecuencia en el ambiente familiar. Aspereza, mal humor e irritabilidad destruyen el afecto y la paz familiar.
Cólera, impaciencia, dureza con las faltas ajenas, calumnia y abuso de todo tipo oscurecen el ambiente familiar.
El espíritu pendenciero, la infidelidad y la crítica son venenos para la salud familiar.
Hay que saber perdonar y disimular las faltas ajenas. No guardar rencor ni sentir antagonismo hacia nadie. “El único modo de desembarazarse de un enemigo es perdonándolo”.
Los agravios que sufrimos ahora no son más que el resultado de nuestros pasados actos, ya sean de esta vida o de otra.


Virtudes para con los inferiores:


Los inferiores son los menores en edad, niños, alumnos, empleados, subordinados, los débiles, los inferiores en conocimiento y personal de servicio. Con ellos debe haber benevolencia, deseo de hacerles el bien.
“No es superior el que no respeta al inferior”.
Afabilidad, compasión, delicadeza, suavidad y dulzura, así como protección son otras tantas virtudes a desarrollar con los más débiles.
Cuando un fuerte protege a un débil aparece el heroísmo, que lo hace arriesgarse gustosamente en favor del débil.
El valor, la intrepidez, la paciencia para con el inferior se basan principalmente en la compasión.
La compasión permite también desarrollar la disposición a dar y ayudar.
Jamás debe haber orgullo, desprecio, arrogancia o agresividad hacia el que está en inferioridad de condición.
Los que desinteresadamente ayudan a los demás a subir son los respetados.
Cultívense por lo tanto la simpatía, la compasión y la caridad activa con los inferiores. 


OM SHRÍ PÁVANÁYA NAMAH
Shuchitá