Esta modalidad de Yoga se caracteriza por tomar lo mejor de las otras formas de Yoga y es la que permite al yogui doblegar su naturaleza, disciplinando a la mente de modo tal que permita ahondar en las profundidades del Ser. Cuando este raya yogui comienza a doblegar a su mente, se produce en él una transformación que facilitará el proceso de evolución de su conciencia.
Raya Yoga tiene como práctica fundamental a la meditación. Sin embargo, el yogui que tiene dominio de sí hace del yoga su vida, aplicando el conocimiento adquirido a cada momento del día.
La práctica del Yoga no implica olvidarse de la vida diaria y sus deberes, ni tampoco es un escape para las obligaciones familiares. Muy por el contrario, amplía y expande la conciencia del yogui. Entonces, todo lo que era obscuridad en su vida comienza a verse con claridad bajo la luz del conocimiento. Comienza a comprender, y esa comprensión le da fortaleza, tolerancia, paciencia y un estado de permanente alegría.
Mediante el Raya Yoga, uno comienza a comprender qué es la mente y cómo funciona, aprende a educarla, controlarla y suprimirla a voluntad para entrar en contacto con el Alma.

Poco a poco el Alma comienza a tomar el timón de este barco que anda a la deriva por el océano del mundo. Y ella no se equivoca.


GURU: para llegar a destino, es necesario la guía de alguien que ya haya recorrido ese camino y conozca las dificultades que pueden presentarse y el cómo sortearlas. Es necesario un Guru, un maestro espiritual. El maestro es el guía, el consejero, el amigo; él tiene el conocimiento y la experiencia de esta vida... y seguramente de otras. Eso lo hace distinto.
El Guru no es alguien que sólo lee libros o da bellos discursos. El Guru es aquél que ha expandido su conciencia de modo tal que refleja la Luz Divina. Es por eso que con sólo estar en presencia del Guru, el discípulo se beneficia.
Un discípulo nunca debe mirar el aspecto humano del Guru, sino su aspecto divino. Sólo así podrá asimilar el néctar de su sabiduría.
Si uno quiere aprender a pintar un cuadro, puede leer libros sobre el tema, pero los libros no lo van a observar y corregir. Necesita buscar un experto en pintura que le muestre cómo hacerlo y que lo vaya puliendo en la práctica. En el sendero espiritual pasa lo mismo, el Guru es necesario. En todas las modalidades de Yoga, para sacar verdadero provecho y ganar tiempo, debe buscarse un Guru.
Aquí, en el Instituto Damarú, tenemos nuestro Guru, Shrí Pávana Yoguiraya, que aunque ya no está en vida sigue proyectando sobre todos nosotros sus bendiciones que se perciben con sólo entrar aquí.
Actualmente sigo transmitiendo las enseñanzas que me fueron impartidas por mi esposo, Shrí Pávana me inspira y protege para que pueda retribuir tanto que recibí. No somos un cuerpo, el Guru tampoco es un cuerpo, sino un Alma. El Alma está más allá de las fronteras de las formas y el tiempo. Es por eso que la presencia del Maestro Pávanaji está siempre entre nosotros derramando paz y felicidad.