MEDITACIÓN
Por Shuchitá Maháyoguiní

La meditación es la práctica más maravillosa que puede realizar un ser humano.
Cuando hablamos en Yoga de meditación (dhyána, en Sánscrito) nos referimos a la concentración hecha en lo Divino. No se “medita” sobre cuestiones mundanas.
La meditación es de por sí una práctica trascendental, dado que el hombre trasciende su conciencia limitada y se eleva hacia la Conciencia Divina, Brahman, Dios.
Desde niños hemos escuchado que Dios es Omnipresente, es decir que está en todas partes, está aquí, está en ti, está en mí. Y ¿cómo puede ser que estando la Presencia Divina entre nosotros y en nosotros el ser humano viva sufriendo? Se lamenta por las pérdidas materiales como si fuera un pordiosero, siendo que Dios está en él, ¿cómo es posible?
¿Cómo puede haber dolor para nosotros si Dios está aquí?
Sucede que el hombre ignora esa Presencia Divina, Única, la Misma en todos y en todas partes. Mientras está despierto para las pasajeras formas de este mundo y se lamenta cuando deja de percibirlas, está dormido para la Conciencia Cósmica que todo lo penetra y por eso sufre.
A través de la meditación, los yoguis buscamos despertar esa Conciencia Divina en nosotros para después sentir Su presencia en todo momento y en todo lugar.
Voluntariamente, el yogui se sienta inmóvil y con los ojos cerrados para meditar. Todos los días cierra durante un tiempo sus sentidos para el mundo, retrae su mente mediante diversas prácticas yóguicas preparatorias para adentrarse en las recónditas profundidades de sus Ser.
A lo largo de los años, con constancia y tenacidad, mientras el resto del día atiende sus cuestiones del mundo, sigue sentándose regularmente en meditación buscando la Verdad, buscando sintonizar esa Conciencia Divina... hasta que el día menos pensado alcanza la iluminación espiritual.
Entonces, logra la Conciencia de esa omnipresencia de Dios, alcanza la unión o Yoga y vive feliz eternamente.
Ese yogui liberado en vida (jívanmukta) trasmite paz y sabiduría a los que lo rodean y ya no es sacudido por los vaivenes de placer y dolor, como no es sacudida por el viento una planta pintada en un cuadro.
Despierten, despierten a esa Conciencia Divina, mediten y ya no “estarán felices” sino que serán la “Felicidad misma”. OM
Shuchitá