Queridos alumnos,

¡Hari Om! ¡Namaste!

Espero que estén muy bien. Aquí hace mucho frío, las madrugadas son heladas, hay una niebla cubriendo el sagrado Ganges y apenas se ve el sol. Por más que corra las cortinas, hay un chijete helado que se filtra por las ventanas. Ya saben que aquí no usamos calefacción. No obstante, a eso de las 4:00 AM escucho OOOOMMMM, es un Sadhu que duerme afuera. A continuación recita mantras y stotras (alabanzas) dedicados a distintas formas de la Divinidad. No le conozco la cara, sólo la voz melodiosa y llena de devoción. Ese es mi despertador en estos parajes. Mientras él hace su recitación que dura unos 40 minutos, yo comienzo con mi rutina diaria.

Estoy aprendiendo mucho. Los días pasan volando y el trabajo se acumula. Estoy muy ocupada, más que en Santa Fe. Los Swamis mayores también trabajan mucho dándonos el ejemplo. La mente debe estar bien entrenada y lograr la capacidad de terminar una acción y comenzar otra sin quedar enganchada con la anterior.

Hace poco escuché una historia de uno de los grandes discípulos de Swami Shivanandaji Maharaj. Se trata de un santo, sabio y genio que tuvo el Ashram, su nombre era Swami Krishnanandaji, que fue el Guru del venerable Swami Nirliptanandaji, quien está conmigo en uno de los cuadros de la galería. Swami Krishnanadaji fue el secretario general del Ashram por más de cuarenta años, así que tenía que lidiar con todas las dificultades propias de una gran institución y las personas que viven y trabajan en ella. Era muy estricto y de carácter fuerte. Algunos dicen que se asemejaba al coco (el de cáscara marrón), duro por fuera pero tierno y dulce por dentro. Un Swami que solía trabajar para él contó que Sw. K. podía estar hablando con él explicándole temas profundos de alto vuelo filosófico pero si venía alguien a tratar algún asunto interno y necesitaba reprenderlo con firmeza, lo hacía. La peculiaridad era que inmediatamente después de ese episodio seguía hablando del tema filosófico como si nada hubiera ocurrido. El joven Swami no podía entender cómo es que podía retomar un tema espiritual profundo sin mostrar ninguna perturbación por lo ocurrido unos momentos antes. Bien, eso es "control de la mente". La mente debe obedecernos y atender una cosa por vez sin levantar emociones ante circunstancias arbitrarias. Normalmente uno se siente molesto cuando otros tienen actitudes improcedentes o cometen errores, y después sigue pensando en eso debido al fastidio producido. En el caso de un sabio, esto no sucede, la mente responde a su voluntad, tampoco hay ego que se sienta afectado por lo ocurrido, desarrolla la habilidad de cortar los pensamientos negativos y dar a cada cosa el tiempo necesario y nada más.

Cuando el ego se asemeja a una soga quemada, ya no sirve para atar. Entonces, cualquier enojo de un sabio no deja huellas en él. La impresión es tan pasajera como el dibujo hecho en el agua con un palito.

Les mando una foto de la última celebración que tuvimos por el aniversario del Vishvanath Mandir, el templo al Señor Supremo. Cantamos el mantra OM NAMAH SHIVAYA mientras los Swamijis hacían la adoración en el altar. Los Swamis del templo me pusieron otro nombre, me llaman "Om Namah Shivaya Mataji" porque voy todos los días a cantar este mantra que significa "Om, reverencias al Señor Shiva".

Les deseo lo mejor en este nuevo año. OM OM OM

Shuchita