Nota publicada por el diario El Litoral,
Escenarios & Sociedad
Edición del Lunes 24 de setiembre de 2007
Periodista: Laura Osti.

Una vida espiritual profunda

La sociedad está enferma y sin alegría, pero no todo está perdido, para toda enfermedad hay un remedio. En este caso el remedio natural viene de los sabios de la antigüedad que nos han legado el Yoga y Shuchitá . explica algunos de sus principios.

Shuchitá es el nombre espiritual de Susana Lusardi, instructora de Yoga y directora del Instituto Damarú de Estudios Orientales. Cuenta con una experiencia de casi tres décadas en las prácticas espirituales de esa disciplina milenaria, que inició bajo la guía de su esposo y maestro Pávana (Mario Puertas).

Atenta a las aflicciones que aquejan a muchas personas en la vida actual, ofreció algunas consideraciones sobre el origen de esos males y las respuestas que brinda el Yoga para aliviarlos.

-Desde el punto de vista del Yoga, ¿cómo interpretamos el mundo que nos toca vivir en este momento? -Está prevista para el ser humano una época de decadencia, según lo mencionan las propias Escrituras, que empezó hace mucho, ya hace cinco mil años, y la decadencia va a seguir, dicen, por doscientos cincuenta mil años más. Así que ahora estaríamos en el comienzo de la decadencia. Pero más allá de eso, que sería una visión muy amplia de la cuestión, lo que nos preocupa es la situación actual y el Yoga tiene formas de contrarrestar esto.En los tiempos que corren se observan cambios de conducta y de estilo de vida en nuestra sociedad, que se suceden unos a otros a gran velocidad. Hay una tendencia a seguir al conjunto sin saber hacia dónde, hay que correr porque todos corren, como si escaparan de alguna tragedia. El hombre moderno no tiene objetivos claros ni una postura filosófica ante la vida, no sabe diferenciar entre lo verdaderamente importante y lo intrascendente, poniendo como metas la competencia y el éxito. A esa gran desorientación se le suma una obsesiva identificación con el cuerpo.Se ve mucho en la juventud, las nuevas generaciones carecen de una disciplina de lectura, de razonamiento, hay poco estudio sobre filosofía, sobre reflexiones que tiene que hacer el ser humano naturalmente acerca de qué es la vida, qué es la muerte, cómo funcionan ciertos aspectos del ser humano, como el ego, la mente. Entonces, si uno no se detiene a pensar, y solamente vive, sin reflexionar, llega a un estado en que está mal, está angustiado y no sabe por qué. Hace todo lo que se considera necesario, según los tiempos que corren, para ser feliz y no es feliz.

-¿Cómo se manifiesta esa infelicidad? -Hay un estado de permanente insatisfacción, ansiedad generalizada, estrés, violencia, depresión y temores de todo tipo. La sociedad está enferma, con individuos sin alegría, rostros marcados por la tensión, el apuro y la exigencia desmedida. Muchos dicen "es el medio", pero uno puede estar en medio de un infierno y sin embargo, internamente estar en un paraíso, eso depende de la actitud que tome ante la vida.

-¿Tiene que ver con las etapas de la vida de un ser humano? -Sí, lo que desea una persona a los 50 no es lo mismo que deseaba cuando tenía 16, ni las preocupaciones son las mismas en la mediana edad que en la vejez, todo eso varía con la edad, pero el problema de fondo es el mismo. No puede ser que la única alegría que se tiene sea que gane el equipo de fútbol de su preferencia. Pasa el partido y otra vez surge la inquietud: qué va a pasar en el siguiente. Se buscan satisfacciones con cosas muy volátiles. Porque la felicidad viene de adentro, no de afuera. Y en cambio, se busca en cosas externas que son transitorias.

-¿Qué propone el Yoga? -Elevar los requerimientos, pero no materiales, elevar las aspiraciones en el sentido de buscar algo superior, supremo, que está relacionado con lo espiritual. Yoga propone una vida espiritual profunda, que eso es algo interior. Uno puede seguir desarrollando las actividades normales, pero paralelamente llevar una vida espiritual, estar en contacto con el alma. El alma es eterna, es la chispa divina, como dicen los cristianos.Entonces, si hay un estado de felicidad que surge de lo eterno en uno, para qué buscarlo en burbujas, que son las cuestiones materiales, mundanas, incluso los afectos. Hoy tenemos a los seres queridos y mañana no. Entonces es sufrimiento asegurado y también temor. Si hoy tiene riquezas, sabe que otros quieren esa riqueza. Ese temor es continuo en el ser humano.

-¿No hay que tener nada, entonces? -Hay que tener pero en forma desapegada. Desapegado no implica ser desamorado, es relacionarse pero tener en cuenta lo espiritual en el otro, no esperar nada, estar listo para que en cualquier momento esa situación termine, que a ese objeto o a esa persona tan querida no los veamos más. Todo eso pasa, es natural a la vida, a este mundo.Entonces uno sí o sí tiene que tener una vida interior, una vida espiritual, que lo proteja de todos esos sufrimientos. Porque el que no tiene esa vida espiritual sufre las pérdidas y sólo sufre, no tiene ninguna otra fuente de alegría.

-¿Qué respuesta puede uno encontrar en el Yoga ante los problemas de violencia e inseguridad cotidianos? -En la medida en que uno se vuelve más espiritual esos temores se van perdiendo, porque ya no está la identificación con el cuerpo, no hay apegos a las cuestiones materiales, bueno, y si le roban, no va a sufrir como una persona común, porque sabe que las cosas que tenemos son prestadas por un tiempo. Y al no estar identificados con el cuerpo, cualquier agresión que sufra no la sufre uno, porque uno es otra cosa, es un alma. Pero tienen que estar los cambios profundos hechos con anticipación al suceso. En Yoga también se enseña el karma. El karma explica que nada de lo que nos pasa es casual, todo tiene una causa en el pasado. Aquel que lleva una conducta virtuosa, anda más seguro por la calle. La persona que es violenta provoca violencia, la genera. Una persona que es pacífica difícilmente sea atacada, porque generalmente aquel que está en paz y que no es violento hace que la violencia de otros se desvanezca en su presencia. Eso se da muy frecuentemente.El remedio natural para los males del mundo viene de los sabios de la antigüedad que nos han legado el Yoga. Esta ciencia milenaria ayuda a restablecer el equilibrio en todos los aspectos del ser humano, físico, mental y espiritual. A través de la práctica de Hatha Yoga, se produce un estado de relajación y equilibrio físico y mental mediante las respiraciones profundas, posturas de quietud y técnicas de relajación.Quienes indagan aún más y se adentran en el aspecto espiritual del Yoga, conocido como Raya Yoga, encuentran que se abre ante ellos un mundo que desconocían, todo cambia para bien, el fin de la vida se vuelve claro y la felicidad se hace posible.Hay algo sobre lo que se trabaja mucho en Yoga que es el ego, que es la causa de todos esos sufrimientos, temores, violencia. Uno se enoja cuando el ego se siente contrariado. Normalmente los órganos de acción tienen control, pero la persona violenta falla en ese control, actúa antes de pensar, después se arrepiente muchas veces. Para ejercer ese control, Yoga enseña todo lo que es prácticas de concentración, de meditación, de relajación, porque una persona violenta está en continua tensión, lista para atacar, para reaccionar. Un yogui actúa, no reacciona. Ésa es la idea. Entonces, de acuerdo a cómo uno sea, la sociedad se va a comportar de esa manera con él. El mundo refleja como un espejo lo que la persona está mostrando desde el interior.

Las fuentes

Shuchitá, discípula y esposa del Maestro Pávana, se dedica a la práctica de Yoga desde 1980 y dirige el Instituto Damarú de Estudios Orientales de nuestra ciudad. Ha viajado en seis oportunidades a la India y continúa visitando ese país cada año, donde se nutre de la sabiduría ancestral que lo caracteriza, para después compartirla en nuestro medio.

Laura Osti