Nota publicada por el diario El Litoral,
Escenarios & Sociedad
Edición del Sabado 2 de agosto de 2008
Periodista: Laura Osti.

Las personas se encuentran a menudo ante un interrogante: cómo contrarrestar la ansiedad que las exigencias de la vida social les generan. El Yoga ofrece un camino que permite encontrar la alegría interior y evitar la excesiva dependencia de los factores externos.

Laura Osti

Las exigencias sociales de la vida actual parecen estar llegando a un nivel de presión que se vuelve difícil de controlar para muchas personas, ocasionando un malestar que suele traducirse en ansiedad, en un ritmo frenético por alcanzar metas, las que se vuelven cada vez más complicadas.

Shuchitá, profesora de Yoga, directora del Instituto Damarú de Estudios Orientales, se refiere a esta afección característica de nuestro tiempo y a la posibilidad de encontrar un remedio para esos males mediante la práctica de esa disciplina oriental milenaria, impregnada de sabiduría.

 ¿Qué esperan conseguir las personas que acuden al Instituto en busca de conocimientos sobre Yoga?  He observado, a lo largo de ya más de veintiséis años dedicados a la enseñanza del Yoga, que en un comienzo la gente venía más con problemas físicos o dolores de espalda, recurriendo a la práctica de Hatha Yoga que da la posibilidad de aliviarse y de encontrar soluciones. Después, con los cambios de vida que ha tenido nuestra sociedad, comenzaron a venir muchas personas con angustia y depresión y Yoga también los ayudó con esos problemas. Ahora, ya en los últimos años, aumentó el estrés, el ritmo de vida es cada vez peor, más acelerado y con mayor exigencia, para derivar en lo que hoy ya es un estado creciente de ansiedad. La ansiedad se ha vuelto un factor que altera todos los sistemas del cuerpo, altera la vida social del ser humano, todas sus relaciones humanas, y hace que no pueda parar porque no sabe cómo. Una característica de la ansiedad es la autoexigencia.  

¿Qué se puede hacer ante esa situación? Uno tiene que analizar las causas, por qué se llega a ese estado. Yo observo que ha cambiado la sociedad, las exigencias vienen desde afuera, eso es cierto, pero también están las exigencias que uno mismo se impone, que son las peores. Hay personas que son muy autoexigentes y debido a esa autoexigencia se proponen metas muy elevadas, quizás demasiado. No está mal tener metas elevadas, siempre y cuando sean acordes a nuestras posibilidades y no nos vayan a quitar la paz.  

¿Qué lleva a la gente a proponerse metas tan altas?  Uno tiene deseos y el deseo es debilidad. ¿Cuál es el deseo fundamental? Uno quiere que los demás lo aprecien, ser querido por otros, tener la aprobación de otros y también en muchos casos ser incluido en determinado grupo social y para eso se requiere pasar ciertos filtros, por ejemplo, tener posesiones, tener belleza, poder, éxito o logros laborales. Todos esos son los requisitos que impone ese grupo social; pero si a mí me da lo mismo que ellos me consideren parte de ese grupo o no, no hago el esfuerzo para lograr esa aprobación. No estamos obligados a hacer lo que hacen todos. Tampoco estamos obligados a ser físicamente perfectos o a tener muchas cosas, todo eso es pasajero, las posesiones se van en un abrir y cerrar de ojos. Ni bien uno tiene el deseo de tener esos logros, comienza la ansiedad.  

¿Qué se puede hacer para contrarrestar eso? Todas esas aspiraciones tienen un defecto de base, que son sólo transitorias, no permanecen con nosotros, la alegría no dura. No podemos ser jóvenes por siempre, ni las posesiones materiales están con nosotros eternamente. La notoriedad es una decadencia lenta. Los éxitos son sólo burbujas que explotan y desaparecen. Si un joven aprueba un examen hoy, ya está ansioso por lo que pasará en el siguiente. Si hoy tenemos un auto nuevo, mañana es viejo. ¿Cuánto puede durar entonces el aprecio de los demás? Uno se vuelve ansioso desde el momento en que espera un resultado determinado de su esfuerzo. Si logra lo que desea, está ansioso porque no sabe cuánto va a durar, intuye que se le escapará de las manos. Cuando la euforia termina y la alegría se va, otra vez está ansioso por repetirla. El hombre vive equivocado.  Todo esto existió siempre, esa presión social sobre los individuos, pero ahora pareciera que algo más está pasando, que hace a las personas más vulnerables ante esa exigencia. La presión aumentó porque los medios para presionar también aumentaron, aumentó la presión, pero también aumentó la debilidad ante esa presión. Muchos padres hoy creen que le hacen un bien al hijo dándole todo o diciéndole "sí" a todo, cuando en realidad el hijo va a recordar mejor al que le puso límites, al que le dijo "no", ése es el que lo ayudó a volverse fuerte, ése es el que realmente lo benefició. ¿Acaso no está el reproche de muchos hijos cuando los padres les hacen alguna observación? "Y... vos tenés la culpa, vos me acostumbraste a eso". Es importante dar el ejemplo. ¿Cómo una madre le puede decir a sus hijos que no le den tanta importancia al aspecto físico, que hay otros valores que deben tratar de desarrollar, si la misma madre está trabajando mucho para juntar dinero y así poder hacerse los llamados "retoques estéticos", engañándose a sí misma con que los años no han pasado...?

Enfoque

 ¿Cómo deberíamos enfocar el problema?  No somos mejores ni peores porque otros lo crean así. En última instancia, el valor que es constantemente apreciado es el de la virtud. Sin embargo, de eso no se habla. Pareciera un término lejano en el tiempo y fuera del hablar popular. Cuando debería ser algo esencial. Si uno es virtuoso, es siempre querido por otros, aunque no tenga riquezas, belleza, juventud, poder o éxitos profesionales. Debemos reflexionar sobre estas cosas.  

¿Qué ofrece el Yoga a quien está interesado en mejorar su calidad de vida?  Yoga es una filosofía de vida que cuenta con muchas prácticas diferentes contemplando todos los aspectos del ser humano. Se ocupa del cuerpo, la mente y el alma. Permite encontrar la calma, la relajación y el silencio necesarios para hacer un trabajo interior. La falta de reflexión, de tolerancia al fracaso y de adaptación a la adversidad es el origen del sufrimiento. Sobreviene cuando la persona es incapaz de aceptar un resultado desfavorable, solamente quiere un determinado efecto como producto de su acción, pero la vida no es así. Los resultados no sólo dependen de lo que uno hace sino de muchos otros factores. Uno debe hacer bien su parte, pero no esperar resultados. Yoga es como un manual para la vida, todo se puede aprender, si uno quiere. Yoga le va a proporcionar el equilibrio y el conocimiento que necesita para comenzar a reflexionar sobre una forma superior de vida, entendiendo que la felicidad no está en las cosas pasajeras, sino en esa chispa divina que brilla radiante en su corazón.

Conferencia

El Instituto Damarú de Estudios Orientales invita a la conferencia sobre "Yoga y ansiedad" que dictará la profesora Shuchitá Maháyoguini el día martes 5, a las 20.15.

En épocas en que el hombre vive con tantas exigencias, cargado de estrés, depresión y ansiedad, son reconocidas en Occidente las bondades del Yoga, aunque pocas veces se lo conoce en profundidad. La profesora Shuchitá se referirá a esta antigua ciencia proveniente de la India, como un método efectivo para contrarrestar esos estados, explicando cómo influye su práctica en el cuerpo y en la mente.

La conferencia tendrá lugar en la sede del instituto, calle 1º de Mayo 2851, y la entrada es libre y gratuita para todo público.