EL AMADO MAESTRO SHRÍ PÁVANAJI
Por la Gracia del Señor descendió a este plano nuestro amado maestro Shrí Pávanají. Apiadándose de nosotros y sabiendo que Lo estábamos esperando para acabar con nuestro sufrimiento, esta Gran Alma, revestida de Máyá, surgió como una luz en nuestras vidas.
Era raro que una persona que alguna vez hubiese hablado con Él no lo recordara, y aquél que había entablado conversaciones espirituales lo recordaba, sin dudas, todos los días de su vida.
El discípulo piensa que cuando el Maestro no esté físicamente para guiarlo, su vida volverá a ser tan miserable y llena de desdicha como lo era antes de conocerLo, pero se equivoca, una vez que se Lo conoce, la vida nunca puede volver a ser la misma, Sus enseñanzas son tan profundas y sutiles que no perecen con el paso del tiempo, y menos aún con la disolución de la materia.
En Su Sagrada Presencia no existían las preocupaciones, uno sabía que cualquier problema para Él era fácil de resolver, porque en verdad Shrí Pávanají todo lo sabe. Esparcía Su Luz, Su Gracia, con sólo verlo. Su voz calmaba el dolor, frente a Él toda angustia, por grande que pareciera, se desvanecía y uno quedaba embelesado, sumergiéndose en Sus Divinas Palabras que eran océanos de sabiduría; bendito aquél que las escuchaba y más bendito aún el que las comprendía.
A Su lado uno sentía que todo lo podía, que no hay adversidad verdadera, que todo este mundo es ilusión, y percibía que Sus palabras eran lo único real. Junto a Él uno era feliz, olvidándose de este mundo y sus miserias. Su sola presencia derramaba felicidad y al verLo se sentía una gran reverencia y el alma, reconociéndoLo, afirmaba “sí, es Él, es el Maestro”.
Sólo he podido expresar algunos de los sentimientos que experimentaba al estar frente Shrí Pavanají, pero en verdad la mayoría de ellos son indescriptibles, sentimientos divinos, que purifican, que elevan al hombre de su condición común para acercarlo más a Dios. Sólo Dios puede hablar como Él habló, eran las palabras del Padre diciéndole a Su hijo que vuelva a Su regazo.
OM NAMAH SHRÍ PÁVANÁYA
SHRÍ PÁVANAYA NAMO NAMAH
Aratí